Se trata de un proceso habitual en el que hemos de hacer frente a un cambio irreversible y doloroso, que nos afecta a nivel personal.
En primer lugar, ante un proceso normal de duelo, solemos dar una respuesta aguda, corta, pero muy intensa, con gran dolor, angustia y/o inquietud… Más adelante esto dará lugar a rabia, tristeza, apatía… Es decir, la pérdida favorece la aparición de un conjunto de síntomas emocionales, cognitivos, conductuales y fisiológicos que afectan a la persona en el transcurso de las semanas-meses posteriores al acontecimiento. Cada pérdida conlleva un suelo, y su intensidad dependerá del valor que nosotros le atribuyamos.
En el duelo no tan solo encontramos pérdidas relacionadas con la muerte o fallecimiento de amigos o familiares, sino que también podemos hablar de relaciones que han finalizado, o cualquier otra situación donde hayamos perdido algo a lo que nosotros hayamos establecido un valor.
Los elementos más importantes del duelo son la pérdida y el apego con el mismo, por tanto, la intensidad del proceso de duelo dependerá del valor que le demos al objeto perdido. El duelo comprende factores psicológicos, físicos y sociales, no hay un momento concreto en el que se determina que finaliza el duelo, pero sí que sería necesario completar una serie de fases hasta alcanzar la recuperación emocional, que se exponen más adelante.
Elaborar un duelo requiere una actitud activa por parte del doliente para construir una nueva realidad a partir de la experiencia y afrontar los desafíos que presenta la pérdida. Esta conexión con los demás se inicia con un darse permiso para atravesar el dolor y la vulnerabilidad. Debido a esto, para poder elaborar el duelo, requerimos un espacio para elaborar emociones y sentimientos que conlleva la misma pérdida y ayudarnos a seguir conectados con la vida, aprendiendo a convivir con la que ya no existe o es diferente.
Las reacciones que frecuentemente podemos encontrar en el duelo son sentimientos de conmoción, bloqueo, tristeza, negación, ansiedad, culpa, soledad, depresión… También problemas a nivel cognitivo como dificultad para concentrarse, tener preocupaciones muy frecuentes o incluso alucinaciones. Por otro lado, a nivel físico, podemos encontrar dolor en el pecho, malestar general, náuseas, fatiga… Finalmente, a nivel conductual, podemos encontrar problemas para dormir, pérdida, interés por actividades lúdicas, o incluso encontrarse más agresivo o distante.
Sin embargo, cabe remarcar como cada persona puede tener reacciones de duelo muy distintas, por tanto, cada proceso de duelo debe tratarse de manera individual.
¿Cuáles son los síntomas del duelo?
Tipos de duelos
Existen distintos tipos de duelo según la afectación que cause la pérdida en la persona:
Fases del duelo
Los procesos de duelo se basan en 5 fases, tal como Kübler-Ross (1969), sin embargo, las siguientes etapas pueden darse de manera no secuencial, y cada persona puede expresarlo de diferentes formas y en situaciones distintas:
¿Cuándo ir al psicólogo por duelo?
Es importante acudir a terapia en caso de que algunos de los síntomas anteriormente comentados como la tristeza, o la apatía afecten tu vida diaria, o no te veas capaz de afrontar la pérdida por ti mismo y requieras apoyo.
Hay procesos en los que la persona desplaza su rabia y pena, a otras personas o casas, en los que las respuestas emocionales esperables se desconectan de la propia pérdida y la persona sigue su vida como si no hubiera ocurrido nada. Aferrarse a la negación de la muerte, eludir la renuncia al ser perdido, negar los diferentes aspectos de la ausencia, dolores o complicaciones pueden dar lugar a un duelo patológico o complicado.
Un especialista puede ayudarte a encontrar el equilibrio que requieres.
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